martes, 6 de marzo de 2007

El origen de la huevada




Nuestra parada de hoy, Acceso Este y Arenales, de Guaymallén. Aquí se sitúa el Monumento a la Bola. Para no ser maleducado sólo me limito a decir ¡Qué bien se come aquí!
Es que, según cuentan las leyendas, en este lugar, hace 150 años, se pronunció por primera vez una palabra muy usada por quienes habitan en la región de Cuyo: estamos hablando de la “huevada”.
Como lo muestra esa cámara que recorrió todo el mundo y que nunca pasó por el service, es decir, la cámara de “Conociéndote”, en 1861, un paisano de Guaymallén juntaba a sus veinte criadas para que recorrieran unas siete leguas, para recolectar en sus delantales huevos de gallinas, en lo que hoy es El Jarillal. Dicen que todo el mundo veía con regocijo cómo esas mujeres atravesaban el campo con los huevos en sus delantales. Cuentan que una tarde, en el lugar donde se sitúa el Monumento a la Bola, unos niños precoces vieron a las criadas del paisano y uno de ellos dijo: “qué rica están las huevonas, che”. La bola se recorrió tan rápido en el pueblo, que al poco tiempo todo el mundo empezó a utilizar esta expresión. Y como la bola nunca dejó de rodar es que se construyó este Monumento a la Bola, en Acceso Este y Arenales, en honor a la “huevada”.

El uso del artículo para llamar a las personas en Mendoza


El dibujito de al lado lo dice todos: así somos los mendocinos, aunque no nos demos cuenta (sólo basta con tomarse unos segundos para vivir unos cuatro o cinco años afuera de nuestra provincia para darnos cuenta de algo que jamás advertimos: que tenemos una tonada).
Años atrás, muchísimos años atrás, en un banco rupestre situado en la plaza de Godoy Cruz, un grafiti deja un mensaje bien claro: "los guachus pulentas vienen iegando". Al parecer, dicen que aquí, por primera vez, hace 150 años, una persona dijo: “miren, allí vienen la Luli, el Lucho y la Rosita”, inaugurando el artículo como parte de un sustantivo propio; en este caso, para nombrar personas, algo muy común en los mendocinos.

La primera documentación hallada sobre este testimonio corresponde al testamento de herencia de doña Hernanda Molina Huarpes, que en su tiempo fue una de las sirvientas (en aquellos tiempos así se las llamaba a las empleadas domésticas) de los terratenientes oligarcas de este municipio escuchaban, con miedo, detrás de las puertas, las conversaciones de sus amos. Así, por ejemplo, cuando una de las sirvientas escuchaba que un mayordomo decía: “ha llegado el diputado Tomás Godoy Cruz con su hijo”, doña Herminia se moría por decirlo todo con tres palabras, lo que en aquella ocasión lo resumió como: “miren, llegó el Tomba con el Tombita”.

También cuentan que en una fiesta, cuando el diputado Martín Zapata golpeó la puerta, Esteroides Vilches Reta, una sirvienta imprudente también amiga del ser que por primera vez dijo "el Tomba y el Tombita", abrió la puerta y le dijo: “ahí llegó el Tincho”.

Las amas de casa mantuvieron esta herencia vocal de las mayordomas de los próceres mendocinos, de mantener este hábito de anteponer los artículos “el” y “la” en los nombres de personas. Por esta razón, el Luli, el Lucho, la Rosita, la Yoli, el Mati, el Casanova, la Tota, el Ariel, la Silvana y todos los que rayan.

Hoy el uso del artículo para anteceder a los nombres salen por cascada en el deletreo vocal. Algunos vocablos sinfónicos entienden que este efecto en la caja de sonidos de nuestro vocablo hace bien porque obliga a poner una pausa en el habla. Otros sostienen que si bien es saludable una pausa, quienes desconocen este hábito se pueden sentir muy despistados. Lo concreto es que no sólo los mendocinos lo usan para anteceder nombres, sino también apellidos, sobrenombres y hasta estupefacientes.

Historia de los boliches de Chacras


Debido al torrente de elogios que este blog ha recibido en las últimas horas, me veo obligado a extender la versión de esta leyenda no contada de Mendoza, que cada día depara la atención de más lectores metralletas.
Pasando Chacras de Coria, por la ruta Panamericana, están los boliches que a pesar de no estar en Chacras igual se siguen llamando boliches de Chacras. Esto es así, según dicen las malas lenguas, porque muchos conductores despistados que tras feroz bailongo regresan de la zona de boliches, recién cuando el coche pasa por los caracoles de Chacras toman conciencia de dónde están y estuvieron parados. De no ser por el speedy con vodka, seguramente hoy la gente llamaría "boliches de Vistalba" a los locales bailables de Chacras. ¡Señor lector, por favor, detenga su mala lengua y no empiece a putear! Le pido paciencia para que juntos recorramos esta crónica apócrifa del origen de ese lugar que siempre quisimos saber.
El 2 de septiembre de 1873, Américo Volantín Viagra Lucero Menta llegó a Mendoza. Huía de España porque decía que en el Lejano Oeste argentino "no era obligatoria la colimba, o sea" (sin ser mendocino ya hablaba como mendocino). Creyendo escapar de la vocación militar nunca advirtió que jamás renunciaría a su vocación de conquistador empedernido, aunque en aquellos tiempos, ser militar significaba ser conquistador. Apenas llegó a Mendoza y muy convencido de que el único territorio por conquistar era el "territorio del Amor", se lanzó con todo hacia esta aventura.

Años más tarde, una psicóloga alemana diría que la búsqueda del territorio del amor era un verso: en realidad lo que más quería era enamorarse de una buena mina y ser feliz. Y como las gallegas no tienen una tonada muy romántica y femenina que digamos (así lo indicaba su mentalidad prejuiciosa), puso su cabezota en el oeste argentino, con la idea de captar la sintonía del amor proveniente del corazón de alguna buena dama chilena, que sobretodo conservara su elegante, dulce, sincera, femenina, suave y auténtica tonada chilena (así lo indicaba el compendio de adjetivos de su bocho iluminado con luz ámbar).

Nunca se halló una documentación que explicara cómo fue esa primera vez, pero lo concreto es que la flecha de cupido hizo que el sueño de su bocho se hiciera realidad: se dio el gusto de bajarse un buen lomo mendocino, lo que contribuyó a que el ruido mórbico de la gula bajara de volumen para dejar fluir del silencio el maravilloso volumen de los latidos vivos del corazón enamorado.

"Todo indica que si aparece otro buen lomo no voy a dudar en morfármelo", dijo (así lo indican los documentos escritos por algún historiador improvisado, de corazón revulsionado, según parece).

Y allí apareció.

"Oiga don, ¿por aquí pasa el tróóóle?" (la "o" sonó muy espigada, como cuete de corcho recién destapado el champán).

Una pregunta futurista (porque el trole recién llegó unos cien años después) o una pregunta inventada por el narrador de esta crónica documentada, lo concreto es que sin dudas que esta mujer -llamada María, según indica el mismo cronista- era mendocina y bien mendocina.

Si bien no existen datos concisos y concretos (que es lo mismo), se cree que eso ocurrió en lo que hoy es la rotonda de Vistalba y Panamericana. Como saben, la ciudad estaba muy lejos de allí, tanto Américo Volantín como María no les quedó otra que pasar la noche a la interperie del sonido desparramado por la orquesta estelar, una música silenciosa compuesta para almas con el decodificador sentimental prendido, en una zona wifi de sueños (bueno, cortala con los condimentos poéticos).

Esa noche decidieron hacer un pacto de amor, pasara lo que pasara. Pero como ambos dos preveían que el ritmo del amor subiría de rating con una tibia peleíta, empezaron a discutir. Al fin y al cabo, la historia tenía que ser dramática, de a dos y entendible para toda la audiencia de Hollywood.

Sin saber que María nunca había escuchado una palabra en inglés, Américo lanzó palabras anglosajonas "porque lo había escuchado anteriormente en FM Colón de San Juan, en una corbeta que iba de Cádiz a Oregon, unos diez años atrás".

_ ¡Let’s Go!, ¡Come on, let’s go!
_ ¡Guachu pulenta, vete al diablo!

Así lo entendió ella. Son esos malentendidos que ocurren cuando dos personas no se conocen bien y ambos dos se rigen por el siempre equivocado termómetro del prejuicio. Y los dos pagaron la consecuencia de jugar con tanto con fuego, que de repente el fuego se apagó (otros documetnos afirman que sólo fue un corte de luz).

Los dos se tomaron un tiempo. Pero no sirvió: el amor ya había prendido fuerte y había más fuego oculto que cenizas a la vista (es lo que uno cree que pasa siempre en los momentos previos a aceptar la realidad).

Empezaba la primavera y las flores se abrían de par en par, exclamando cada pétalo el "sí te quiero" que durante todo el invierno esperó para decir.

Los caminos de la vida se volvieron a encontrar, o sea: desde esa noche mágica, María siempre recorrió el lugar en las bicicletas primitivas (marca nacional) de la época, en tanto que Américo sintió que la rotonda de Vistalba y Panamericana (sólo una huella en esos tiempos) era el único lugar del mundo donde su corazón podía pernoctar en paz, tras recorrer buena parte del planeta tierra buscando ese ingenio territorio del amor, que existió solamente cuando se dio cuenta de que el amor, más que un sentimiento, es una decisión.

Así fue como la volvió a ver cuando una tarde ella venía en bajada con su bicicleta. Américo hizo un esfuerzo sobrenatural con su corazón para sacar un puñado de fuerzas de su alma: él la frenó con el corazón y con voz de palomo mensajero le dijo: “My love, do you like to run with me?”. “Yes”, dijo ella (no era muy sonsa: por algo había aprendido inglés). “Pues runner with me”, cerró él. Entonces ella le dijo: “Runner, tu hermana, ¿quién te enseñó a hablar inglés, guachu pulenta?”. El guachu pulenta, al notar que se perdía la "Alquimia", le dijo: “María, no me mandes más al diablo y vamos a bailar”.

María recordó que una vez Vicentino le dijo que el amor no se puede pensar y respondió: “Yes, let’s go”. Al escuchar esto, el guachu pulenta pegó un grito de euforia: “¡Viva María, qué buen lomo tiene María, qué bien se comen los lomos en la casa de María! (esto último ya estaba de más y pudo haber echado a perder la relación por segunda vez”). Y se quedaron bailando en la montaña durante tres días y tres noches, como hacen en la ciudad colombiana de Cali.

Por alguna razón ambos dos entendieron que el inglés era para ellos lo que el latín significa para los clérigos religiosos: el lenguaje del alma. Y con el tiempo, las huellas de lo que ellos se dijeron e hicieron quedaron en ese lugar, donde años más tarde (unos cien, por lo menos) se construyeron los boliches Viva María, Let’s Go, Runner, Alquimia y Al Diablo.

La República de Las Heras


Esto es.... y nuestra parada de hoy, algo que los mendocinos siempre quisieron saber: el origen de la República de Las Heras, ¡qué bien se come en la República de Las Heras!

Usted, señor turista, que como yo, también soy turista, cada vez que vengo a Las Heras, se estará preguntando, ¿por qué se come tan bien en Las Heras o por qué Las Heras es una República?, yo me limitaría a responder la primer pregunta, si nos acompaña a saborear un lomo a la parrilla en Papito, para que una vez que nos entonemos con unos buenos Malbec de la provincia, pasemos a explicar en qué consiste esto de la República de Las Heras.

Si usted, señor turista, no probó el malbec, la respuesta es “no sabe, no contesta”. Si lo probó en buena medida, usted dirá “¡qué bien se come en Las Heras!”. Y si lo probó en mayor medida, podrá comprender, si me deja manejar a mí, (¡pero qué diiice!), que después de la Segunda Guerra Mundial, al igual que lo hizo Japón para hacer renacer su economía, el municipio de Las Heras propuso eliminar casi todos los impuestos para que en ese departamento se instalaran más empresas y de ese modo creciera la mano de obra. ¡Qué buena idea, en vez de subir los impuestos para recaudar más desde las exportaciones, directamente bajar los impuestos para que todo salga más barato, inclusive la posibilidad de generar trabajo!

El gobernador Picallo desautorizó esa medida y, tras conciliar con mediadores de familias peronistas –porque Las Heras era peronista desde antes del peronismo- (¡pero qué diiice!), se determinó que Las Heras sería un país republicano, pero enmarcado dentro de la figura jurídica de los municipio; es decir, seguiría siendo un municipio, pero con el orgullo de una república.

Algunos turistas dicen que, si bien en Las Heras se comen buenos lomos a 4 pesos y vivir sale más barato, si allí hubieran bajado los impuestos como lo hizo Japón en la posguerra, sin dudas que Las Heras sería más que una república, una potencia mundial, sino pregúntenle a la mujer del futbolista Takahara o Takanaka (¡pero qué dice!).

El Manzano Histórico de Adán


Nuestra parada de hoy es el cerro Comisión. ¡Qué bien se come en el cerro Comisión! Mientras degustamos los típicos sabores de este paraje precordilleramos, hoy conoceremos “El Manzano Histórico de Adán”. Allí también se come muy bien.En este momento, señor televidente, estamos parados a dos mil metros por sobre el nivel del centro de la Tierra, o sea, donde nos dejó el Fondo Monetario a finales del 2001. Aquí, de noche, suele aparecer un holograma del árbol del bien y del mal.Como muestra esa cámara que llevamos a todos lados del mundo y que nunca pasó por el service, es decir, la cámara de “Conociéndote”, un perro baqueano se apresta a levantar la patita sobre este árbol intangible. Y, sin notar que se trata de un holograma, no pudo hologramearlo.Usted está viendo cómo el perro desciende por la montaña. Matías Aguilar diría: “con este perro nos fuimos al k...karaoke” (carajo).

Las huellas del Unicornio


No se puede contar mucho de esta leyenda. Aún dudo que sea una leyenda. Puede serlo para quien lo cuente con una pasión ebriagadora (son esas palabras que se necesitan inventar para que la imaginación encaje con lo que se quiere transmitir).

En el sector este del cerro de la Gloria, bajando desde la cumbre, encontrarán una línea semicurva de unos seis metros de extensión. Si se detienen a mirar para buscar una segunda lectura, encontrarán más: un círculo caracolado de tierra.

"Así de simple como se ve, eso es una cábala de amor", sostiene el arquitecto Lalo Bermúdez Orejuela. Consultado sobre el tema, el arquitecto logró mantenerse firme, en sus cabales, para explorar más el sentido de la hipótesis que acababa de lanzar:

"Dicen que esta línea es una cábala de amor, hecha por un unicornio que se aparece cada cuarto menguante".

Con un vaso de vino todo es posible en Mendoza, quise decirle, pero lo dejé seguir: "Vea amigo, vea amiga, en Supervea siempre con las mejores ofertas...ocurre que nunca nadie lo podrá ver porque el día (o la noche) que el unicornio se deje ver por alguien, muchos corazones perderán la vida sentimental. Esa línea circular que describe es un sinfin de la conclusión de historias inconclusas de amor, que suceden a cada rato, ¿entiende?".

Antes de que yo se lo pidiese, el mismo arquitecto escribió con su voz el punto final de esta historia y se fue caminando por el camino de bajada del cerro.


La curva de los mundos nuevos


Nuestra parada de hoy es El Challao, distrito situado en el departamento mendocino de Las Heras. ¡Qué bien se come en Las Heras! ¡Los domingos a la noche siempre voy a comer lomos a Papito!Además de los exquisitos platos que mendocinos y turistas pueden degustar a la luz de las sombras del pedemonte, El Challao esconde un misterio que ahora descubriremos en “Conociéndote”: se trata de La Curva de los Mundos Nuevos.Dicen que si uno pasa por esta curva cada jueves a las cuatro horas, dieciséis minutos y setenta y seis segundos, los automovilistas se pierden para siempre en un espacio semejante al que vieron por última vez en televisión.Las cámaras de Conociéndote - esa misma cámara que llevamos a todos lados y que nunca pasó por el service – pasó por este lugar el jueves último a esa hora para comprobar si esta leyenda es o no verdadera.¿Y sabe una cosa? Como el último programa que vi por televisión antes de hacer esta nota fue “Conociéndote”, es que desde hace cinco días que estoy haciendo “Conociéndote” en la Curva de los Mundos Nuevos. ¿Existirá alguna leyenda que explique un camino de vuelta?

El restaurante cuyano de Platón


¿Qué es lo que usted está esperando que diga? ¿Pero qué dicee? No: ¡Qué bien se come en Mendoza! Y si hay una razón, es porque la razón, más que un diario porteño, es una de las fuentes de los conductos de la filosofía. Y si hablamos de Filosofía, tenemos que hablar de un protagonista histórico, Platón y también de un protagonista geográfico: Roma. Esto lo digo porque dicen que aquí, en el Lejano Oeste, hay un restaurante cuyo dueño fue el filósofo Platón ¡Pero qué dicee!. En nuestra parada de hoy se sitúa en ¡Qué Platón!, el lugar donde comían los romanos que pasaban por el Lejano Oeste y que atendía Platón. Como muestra nuestra única cámara –que ya recorrió el mundo y nunca fue al service, es decir, la cámara de “Conociéndote”-, este restaurante tiene mesas chicas y mesas grandes. Cuentan que Platón servía toda la comida de una mesa en un solo plato. Dicen que si en una mesa comía un romano, Platón servía comida para esa sola persona. Pero si en una mesa se juntaba un ejército de romanos para festejar una batalla, también Platón servía toda la comida en un plato. Cuentan que el plato más grande que sirvió Platón luego fue convertido en un barco de guerra. Por eso, allí en Roma, a Platón directamente le decían Platón. Y como ya es hora de comer un platón de spaghetti, yo me despido hasta el próximo programa desde la ciudad donde confluyen todos los caminos; entre ellos, los de las leyendas apócrifas del Lejano Oeste, es decir, Mendoza.

Torre de Mabel, la Babel del Cerro Arco


Dicen que la torre de Babel fue el origen de los idiomas. Todo fue por ese anhelo falluto del hombre de querer llegar hasta Dios desde los atributos de la ingeniería y no desde los esfuerzos de la voluntad del amor, como hace dos mil años indicó Jesucristo.

Aún no existen (o quizá no he leído) muchos datos precisos de cómo fue la torre de Babel, pero lo concreto es que este hecho hizo mucho ruido en la historia de la humanidad, a tal punto que uno de los ecos más fuertes de ese ruido se produjo en Mendoza, hace ya unos doscientos años (tampoco tenemos mucha documentación de lo que vamos a exponer, por lo que se considera una leyenda apócrifa, o sea, qué se yo).

Manuel (el 70% de los mendocinos del siglo 19 se llamaban Manuel) Pereyra Cerebro de Chivo Olazábal, conocido bisnieto del primer gallego que visualizó las Cataratas del Iguazú, Alvar Núñez Cabeza de Vaca, vivía en el conurbano de la Plaza de la Fundación, es decir, lo que hoy es la Sexta Sección. Dicen que todos los días miraba a la montaña y decía que si se iba a Chile por ese lado y no siguiendo la línea del río Mendoza-Cacique Guaymallén, se llegaba más rápido. Una mañana se mandó para esa zona, con la idea de fondo de ir a Chile: se cansó en la subida al Challao. Si volvía a Mendoza, la alta sociedad corneta lo acusaría de vago y chabacán, por lo que decidió hacer un esfuerzo más y seguir adelante: allí fue cuando a Cerebro de Chivo Olazábal se le ocurrió la idea más perezosa de su vida, que consistía en subir la montañita más alta que hubiera en la zona y desde allí visualizar todo el camino a Chile que pensaba emprender. Luego, su fábrica de palabras se encargaría de terminar de construir su aventura. Una gesta de la imaginación, después de todo, o sea.

Dicen que un hermoso caracol blanco resplandecía en la tierra seca del pedemonte mendocino. "Hasta me sirve de cantimploras", se dijo. Lo cargó con agua y se mandó hacia el cerro más alto que había en ese lugar. Empezó a subir.

Dicen que al cabo de treinta minutos, el agua del caracol blanco empezó a removerse. Luego, a desprender globitos transparentes, como si estuviera respirando. Asustado, Cabeza de Chivo Olazábal tiró el agua, porque no quería desprenderse del caracol porque...."hello, America, good morning"..."bongiorno principesza"..."achtuagtag nmowiehling"..."alló, c'est Philippe Ledoux, oui c'est moi".

El aventurero mendocino quedó petrificado. Y más aún cuando alzó la vista: una enorme, misteriosa y bella construcción se alzaba hacia un cielo de parapentes. No tenía palabras para expresarlo, o mejor dicho, le sobraban las palabras, porque de repente empezó a hablar en alemán, quechua, comechingonés, guaraní, mongol y esperanto. Los más terribles insultos -que en su casa estaban prohibidos por su mujer huarpe- ahora los podía pronunciar en chino: "ohhhh, qué malolto, che!", entre otros de peso liviano.

Estaba en el cerro Arco y cuando llegó a la cumbre lo que menos hizo fue ver el camino hacia el oeste (otras montañas lo tapaban) y lo que mejor visualizó fue un puesto de chivitos allí abajo, muy cerca de donde había venido.

Nunca se supo si Cerebro de Chivo Olazábal ingresó al edificio y subió, o se quedó haciendo sobremesa con los indígenas del puesto de chivos, la cuestión es que dicen que allí se quedó como un año. Y dicen que cuando apenas regresó fue el famoso terremoto que destruyó toda la ciudad de Mendoza, incluida su vida, la de su familia y también la de ese edificio en el cerro Arco, de la que nunca más se supo.

Sólo quedó una carta a medias, dirigida a su mujer:
"Mabel, al final no fui a Chile porque estaba todo muy caro. Eso es lo que escuché de un hombre que hablaba a través de un caracol en muchos idiomas, que no sé por qué"...

Otros dicen que si bien no existe la Torre de Mabel, en algún rincón pedregoso del cerro Arco se escuchan voces (en distintos idiomas) de extraterrestres de Osiris. "Es la aduana para ingresar a Osiris, no es más que eso", explicó un fanático de Fabio Zerpa y Andrés Calamaro.

El origen de la falluteada


Nuestra parada de hoy, el departamento de Santa Rosa, ¡Qué bien se come en Santa Rosa!¿Qué vamos a conocer hoy? Nuestra parada, señor director, una estancia donde se originó el hábito mendocino de la falluteada.Como muestran esas cámaras que recorrieron el mundo y que nunca pasaron por el service, es decir, las cámaras de “Conociéndote”, en este lugar, en el siglo XV, funcionaba un tribunal de penas del Consejo de las Indias. Aclaremos que hace 500 años, ir de Mendoza a Santa Rosa equivalía a decir “ir de Mendoza a la loma de Alejandro Delorte”. Dicen que era un tribunal muy sencillo, en el que el juez siempre llegaba tarde a los juicios. Y como las sentencias se retrasaban por falta de juez, es que el pueblo asumía el rol de juez, entonces los juicios se hacían en caliente. Por esta razón, a la hora de fijar un fallo, los jueces quedaban a mitad de camino y casi nunca llegaban a resolver un juicio. Muchas veces, al llegar tarde, se encontraban con el cadáver de un inocente ejecutado.El populacho comenzó a llamar “falluteadas” a los “fallos sin juez” y hoy los mendocinos mantienen esta tradición pero de otra manera: cuando un sujeto no asiste a un compromiso sin previo aviso, el que queda colgado es el falluteado. Si son muchos, se trata de un caso de “falluteada general”.

El origen del Cerro Bola

En San Rafael hay un cerro particular: una suerte de meseta que se expande hacia sí mismo y que es conocido como Cerro Bola. Al acercarse a ese lugar uno advierte que mucha bola no pasa por allí, ya que hay bañostermales que nunca terminaron de construirse, a tal punto que ni siquiera sirven para hacer uso del mismo tal como hace años se hacían en las estaciones de servicio YPF, cuando el baño era todo un problema y tabú.Sin embargo, ¿por qué se llama Cerro Bola?Por un lado dicen que esa montaña era una suerte de medialuna que quedó cortada como rebanada de pan con el paso de los años. Se entiende que millones de años. Por otro, y quizás la más certera, es la que le da el origen al nombre mismo de esa montaña.Es que al parecer, en los años veinte y treinta, la vida social en San Rafael era muy limitada y muchos hombres y mujeres contraían matrimonio a través de arreglos familiares. Entonces la idea de un inmigrante francés, del que nunca se supo el nombre, pero sí se asegura que vivió muchos años en Buenos Aires, por el lunfardo que adquirió, entre otros, por el nombre del mismo cerro al que hacemos mención.La cuestión es que muchos sanrrafaelinos y sanrrafaelinas, para conocerse de verdad, salían de la ciudad hacia el norte, en lo que hoy es el arco de ingreso a la ciudad cabecera de ese municipio.Pero ¿qué pasaba en ese entonces? Muchos decían que las mujeres solían adquirir una actitud represiva e indiferente con los hombres, ya que su criterio de amor tenía que ver mucho con el criterio de selección social, por lo que el dinero era la clave para prevalecer en esas futuras parejas con ausencia de afecto. Entonces, muchos preferían irse más lejos y fueron las mujeres las que prefirieron asentarse en el cerro Bola para darle más bolas a los hombres: justamente allí desaparecían los temas tabúes y se hablaba de niveles sociales, economía y sexo, entre otros. Las tertulias llegaron a ser tan largas que lo que prevalecía allí era todo menos la indiferencia, por lo que esa montaña terminó siendo lo que se esperaba: un aislante de la soledad.